Buñuelo: Adoptado
História
A Buñueliti e habían roto una pata trasera a patadas y había estado inmovilizado para que soldaran los metatarsos. La mandíbula, también estaba rota de otra patada, soldada con un anclaje que apenas si le dejaba comer, y tenía señales viejas por el cuerpo, como las que suelen tener los galgos y que no se quitan y quedan marcadas para siempre por su falta de pelo...
Final feliz
Mercedes nos cuentra el feliz final de Buñuelito;
Buñuelo es dulce como su nombre y ya hace seis meses que llegó a nuestras vidas. En los perros, y no como en la vida, la mancha de la mora con otra verde se quita y “Petra”, perra de agua loca y buena, ya no iba a dar mucho más de sí. Dieciséis años vividos plenamente, en compañía y querida, muy querida. Hacía poco que se había ido “Cafelito”, un santo barón, su compañero durante toda su vida y no precisamente de forma marital, solo amigos. Dos turcos que se adoraban. Un día, en SOS Carlinos vi esta foto. Tengo desde hace casi siete años a una carlina increíble, Olivia. Nunca un perro me quiso como ella. Me han querido, me han adorado, me han mordido por puro celo… pero nunca de la forma tan incondicional como lo hace un carlino. Balú, Nano, Chica, Rambo, Mario, Cafelito, Petra, Tato… todos han formado parte de mi juventud y de mi vida. De la de mis hijos. De la de mis padres. Pero conforme vas conociendo a un carlino vas viendo que todos son iguales: fieles, cariñosos, leales, adorables, simpáticos… ¿Qué podía haberle pasado a ese pequeño en esa jaula? Abría y cerraba los ojos, mis ojos, con la imagen de esa carita triste, esa patita vendada y esa mirada perdida. Me puse en contacto con SOS Carlinos y ellos me remitieron a la Protectora de Animales de Málaga. A Carmen, su presidenta, le bastaron un par de conversaciones para saber que Buñuelito iba a caer en buenas manos. Su historia debe ser mucho más triste de lo que conozco. Le habían roto una pata trasera a patadas y había estado inmovilizado para que soldaran los metatarsos. La mandíbula, también estaba rota de otra patada, soldada con un anclaje que apenas si le dejaba comer, y tenía señales viejas por el cuerpo, como las que suelen tener los galgos y que no se quitan y quedan marcadas para siempre por su falta de pelo. Los días que estuvimos esperándole se hicieron eternos. Solo pensábamos en su llegada. Y cuanto más patoseaba Olivia, mientras más mimos buscaba, menos me explicaba cómo le habían podido hacer tanto daño a Buñuelo. Ningún perro se merece estar solo, ser maltratado, que le peguen con saña… pero quien conoce a un carlino, quien tiene la suerte de vivir con uno, sabe de lo que les hablo: son máquinas de dar amor. Por fin, Buñuelito estaba castrado, ya comía, le retiraron el anclaje de la boca, la inmovilización de la pata y con sus marcas y su miedo a lo desconocido, más un historial veterinario más que importante, se subió a una jaula de un transporte animalista y se vino a casa. ¿Por qué no he contado nada hasta hoy? Su rescate de manos del desaprensivo que lo tenía, fue traumático. En realidad, querían sacrificarlo porque “lo había atropellado un coche”. Las sospechas iniciales de maltrato se confirmaron. Pero su dueño no lo puso fácil. Y hemos pasado miedo de que volviera a por él. Ahora, que se avecina el verano y son muchos los que abandonan me gustaría deciros que adoptar es la mejor decisión. Sí, es la mejor, porque te va a dar mucho más de lo que esperas recibir. De todos los perros nombrados, más de la mitad fueron adoptados. O ellos nos adoptaron a nosotros. Porque muchas veces esa mirada rota, basta para que tomes la decisión. A Buñuelito, si me entendiera que seguro que sí, me gustaría decirle que aunque su boca esté torcida, que aunque a su lengua le falten algunos trozos, nada de eso le impide ser el perro más guapo del mundo. Nada. No soporto que le digan feo. ¡Ni en broma!. También me gustaría poderle explicar que los hombres, a los que ha tenido pavor, pueden ser incluso igual de buenos que una mujer, a las que se acerca con su carácter alegre y amable. No te extrañes, Buñuelo. Tú mismo estas comprobando cómo te quieren los hombres de casa. Que un hombre corriendo, o montado en una moto, no significa que te vaya a pegar… Ya nadie te volverá a pegar porque ya eres un perrito feliz, querido y amado. Tu saco de pienso no se va a acabar nunca: puedes comer con tranquilidad, sosegadamente, porque no te va a faltar. Tus premios, estarán ahí, en el cuartito trastero de la escalera y cada noche, papá cortará queso para que vayas como una bala a buscar tu trocito. Eso sí, la maldad sigue estando fuera. Y tienes que ser obediente y no correr como un loco cuando algo no te gusta o te recuerda a tu triste pasado. Aquí, entre las piernas, estás seguro. Ya estás más gordito, más guapo, has desarrollado tus arrugas, caminas mejor y con aire de chuleta de playa. Eres egoísta con el amor humano, peleas por él porque sabes lo que es que te falte, no tenerlo. Puede que no seas un campeón de belleza, puede que tu pata chula al andar, te dé un aire a Juncal, aquel torero que bordó Paco Rabal, que tus cicatrices, como las suyas, no vuelvan a tener pelo, que tu boca, torcida y tus mellas, te den ese aire canalla del que no lo tuvo fácil pero tu corazón, ese inmenso corazón, es capaz de generar más cariño del que los humanos somos capaces de procesar. Y si mañana una cieguita que solo ha servido para parir, otro maltratado, un abuelito, un abandonado en la parada del bus… ¡qué sé yo, porque los humanos somos malos, muy malos!, se nos cruza en el camino, no habrá mejor decisión que traerlo a casa. Solo deseo que vivas feliz, al menos la mitad de feliz de lo que nos haces a nosotros. Y que dures tanto que no tengamos que sufrir por tu ausencia. Sé feliz, Buñuelito. Sé feliz, porque te lo mereces. P.D. Tengo dos o tres fotitos para ilustrar, pero no sé cómo enviarlas. Saludos, y estoy deseando que me llamen para el pobre de la parada del bus....
Datos de contacto
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